Es enigmático. Anda con un batallón de guardaespaldas como si fuera pasando un presidente que ha recibido amenazas de muerte. Tampoco es de los artistas que se dejan ver mucho o casi nada, salvo si el público paga para verlo subir a una tarima a la una o dos de la madrugada y arrancar la rumba hasta las cuatro de la mañana.
Ese es Anthony Santos, a quien le dicen “El Mayimbe de la bachata”, el que se jacta de decir que nadie puede con él en este género. Parecería presuntuoso o prepotente para quienes no lo conocen, pero “El Bachatú” ha construido una carrera que pocos cantantes del patio han logrado y se da el l
ujo de decir que es el artista más caro de este país.
Una posición que nadie se atreve a refutar. Al menos eso fue lo que reflejó su concierto del pasado jueves en Hard Rock Café de Santo Domingo, donde despachó sus más conocidos éxitos cosechados durante más de dos décadas.
Y es que para escucharlo de cerca, tirarse fotos y brindarle tragos a este bachatú, como por ejemplo del Blue Label que en la cantina se despachaba a 15 mil pesos, las reservaciones en el área Special Guest costaban RD$100 mil; mientras que en las mesas del segundo nivel el consumo mínimo era de 25,000, con unas boletas a 2, 500 pesos.
Sin duda, una noche de “papeletas”, donde peloteros, funcionarios y otros poderosos fieles a este popular intérprete del otrora ritmo del amargue se vieron las caras frente a frente.
“El Bachatú”, quien se presentó por primera vez en el “Templo de la música”, demostró una vez más que es el bachatero con mayor poder de convocatoria. Trajeado de negro, corbata roja, camisa azul y con su guitarra negra; este artista, surgido de las entrañas mismas del pueblo, volvió a causar sensación entre sus admiradores.
“Voy pa’lla”, “Por mi timidez”, “Me enamoré”, “Durmiendo solo”, “El quilín, quililán”, “Pégame tu vicio”, “Me quiero morir”, “Dosis de amor”, “La jaula de oro” y “Ay ay ay”, fueron solo algunas de las canciones de más de una veintena de merengues, baladas y bachatas que interpretó, en una noche en la que rindió un pequeño tributo a Blondie, una de las bandas anglosajonas que más admira, de la que grabó su primer tema en inglés “The Tide is Hide (The Number One)” (1980).
Todo un lujo en tarima
La sintonía de Anthony Santos con el público estuvo a flor de piel. Compartió desde tarima, miradas, gestos, palabras, fotos y tragos de Johnny Walker, los cuales bebía a pico de botella, cuando algún fanático se los brindaba.
No faltaron sus frases de batalla como “¡Hoy se beeebeeee!”, “¡Viva Trujillo, carajo!” y “¡Quiero raboooo!” para agregarle chispa a su intensa presentación de lujo, que terminó cerca de las cinco de la madrugada, cuando ya las damas habían perdido el glamour entre bailes con pies descalzos.
Por José Nova
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